Dentro de las operaciones de alicatado y solado, recibe el nombre de soporte, aquél material o elemento constructivo que va a ser revestido con baldosas cerámicas. En este ámbito destacan los revocos de mortero de cemento, guarnecidos y prefabricados de yeso, la fábrica de ladrillo y el hormigón como soportes más habituales. Soportes especiales serían los revestimientos cerámicos ya existentes, la madera, metálicos etc.
En general, para realizar una correcta planificación de un trabajo de colocación de cerámica, es preciso conocer la naturaleza, estado y comportamiento de los soportes que han de ser revestidos, por lo que es sumamente importante poner atención a determinadas características que mencionamos y describimos a continuación.
Son objeto de análisis las siguientes:
1- Planeidad y regularidad superficial: Una buena planimetría permitirá una colocación de las baldosas por el método de capa fina. Una superficie con defectos de planeidad requerirá aplicar una capa de regularización con mortero de cemento a fin de restaurar dicho defecto, o emplear el método de colocación de capa gruesa con el adhesivo adecuado para la situación planteada.
2- Porosidad: la capacidad de absorción de agua del soporte es deseable hasta cierto punto, puesto que si es excesiva, puede dificultar la hidratación completa del cemento del adhesivo, ocasionando una disminución de sus prestaciones mecánicas. Para evaluar esta característica, normalmente se realiza una prueba práctica que consiste en mojar previamente dicho soporte con agua; si el agua es absorbida en menos de 1 minuto, el soporte se considerará como muy absorbente. En el caso de soportes muy absorbentes es conveniente aplicar una imprimación previo a la colocación de las baldosas. Para soportes con absorción o porosidad nula debe aplicarse previamente una imprimación de adherencia.
3- Dureza: la superficie desmoronada, descompuesta o disgregada de un soporte es una situación no deseable para la colocación de un recubrimiento cerámico, puesto que influye negativamente en la adhesión entre ambos. Por este motivo previo a la colocación es importante efectuar una prueba práctica que consiste en realizar un rayado aleatorio en diferentes puntos de la superficie del soporte para verificar su dureza. El soporte es duro si la rayadura efectuada es superficial. Las capas degradadas de soporte deben ser siempre eliminadas, hasta que se encuentre soporte firme inalterado. Cuando el soporte desprende polvillo superficial, es conveniente aplicar una imprimación endurecedora que consolide dicha superficie.
4- Adherencia: las baldosas desprendidas en antiguos recubrimientos cerámicos deben ser eliminadas y sustituidas por otras de tamaño igual o similar, o bien se rellena con mortero de cemento y arena el hueco en el que estaban alojadas.
5- Limpieza: deben eliminarse restos de polvo, eflorescencias, lechadas superficiales, restos de pegamentos de moquetas, barnices, productos de encerado, líquidos desencofrantes, etc.
6- Humedad: un elevado contenido de humedad del soporte puede influir negativamente en la adherencia del recubrimiento cerámico no sólo durante su colocación, sino también una vez puesto en servicio. El exceso de agua puede afectar a la propia cohesión del soporte, al plano de encolado, al endurecimiento del adhesivo y a la estabilidad de la pieza (expansión higrométrica). El valor máximo admisible no debe superar el 4%. Si se detectan valores superiores a éste, es necesario averiguar cuál es la causa que produce la humedad y realizar las actuaciones oportunas para eliminarla (verificar las barre – ras que evitan el remonte capilar, inspeccionar las fisuras del soporte, averiguar si se han producido roturas de canalizaciones, sopesar la eficacia de los mecanismos de aireación…).