Mecanismo proyecta el Hotel Akelarre, una fusión entre contexto e innovación

Akelarre es el resultado de más de cuarenta años de desarrollo de una identidad propia.
Una mezcla refinada del respeto del tiempo y la preservación de la tradición con una obsesión por la investigación y la innovación. Es precisamente esa simbiosis entre la integración en el contexto y la innovación lo que definen el espíritu del Hotel Akelarre.

Partiendo de este pensamiento, desarrollamos en un año un meticuloso proceso de diseño y construcción del hotel. El cuidado por la selección de los materiales, el mobiliario y la ejecución detallada, identifica específicamente el proyecto del Hotel Akelarre; el material como vínculo entre concepto, forma y función.

El empleo de materiales naturales, tradicionales y atemporales; piedra, madera, metal, y lino, respetando su naturaleza y sus propiedades en la manera de emplearlos, pero sin renunciar a la investigación y al uso de técnicas novedosas para su manipulación e instalación caracteriza el proyecto y al propio estudio.

La utilización de un material en cada volumetría constructiva y la sucesión de materiales cada vez que se interfiere o modifica una geometría o volumen, definen el concepto y el funcionamiento del proyecto al mismo tiempo que se generan los diversos ambientes y acabados dotando al hotel de su inequívoca personalidad.

El Hotel se encuentra a pocos kilómetros del centro de San Sebastián, en la ladera norte del monte
Igueldo, orientado al mar Cantábrico y envolviendo el antiguo edificio en el que se ubica el afamado restaurante de tres estrellas Michelin.

Cinco cubos de piedra emergen de la ladera de la montaña hacia el mar albergando en su interior las habitaciones.
Un total de 22 habitaciones, implantadas en dos niveles, todas ellas orientadas al mar y funcionalmente similares con independencia de su dimensión o su categoría.

Ligeramente rehundidos sobre la cubierta de los cubos, aparecen seis espacios de contorno curvilíneo.
Estas terrazas horadadas en la piedra, se conectan con el resto de la cubierta donde aparecen combinándose, diferentes zonas ajardinadas y espacios entarimados de estancia con precipitadas vistas al horizonte.

Un ramal completamente envuelto en madera, discurre longitudinalmente en cada nivel, a modo de espacio de circulación por los cubos conectándolos entre sí y con el resto de los espacios de uso común del hotel, wellness, comedor, bodega y salón.
Cada uno de estos espacios es un escenario independiente conectado al conjunto mediante un mismo lenguaje formal y material.

En esta línea, el comedor Oteizase desenvuelve con un tono independiente del restaurante aun manteniendo una coherencia y parecido inequívocos con éste. La amplitud general del espacio recibe al visitante, y una iluminación estudiada junto a los panorámicos ventanales al mar ambientan el espacio.
El salón, también en sintonía con toda la arquitectura, recoge las sensaciones pretendidas con la calidez de las texturas, luces y materiales, pero está distintivamente personalizado con diseños propios de mobiliario. Con acceso directo a las cubiertas y con las inconfundibles vistas que garantiza la posición del Hotel en la pronunciada ladera del monte.

Al mismo nivel, la bodega concebida en dos áreas, como espacio de catas y espacio de conservación
y exposición, se divide con un gran vidrio curvado. La mesa alta de catas en piedra protagoniza la estancia principal, y la disposición e iluminación del expositor resalta la presencia de las botellas como el elemento más importante de la bodega del restaurante.

 

El espacio wellness se desarrolla en dos áreas diferenciadas por un cerramiento de vidrio curvo.
Una zona húmeda con una sorprendente piscina de piedra acompañada de la sauna y el baño turco; y otra zona en la que se ubican las tres cápsulas pétreas independientes, concebidas mediante un innovador sistema constructivo, donde se realizan los tratamientos.

El acceso cálido en el que se ubican los nichos entelados como espacio de estancia y cinco cabinas a modo de vestuarios junto a un pequeño gimnasio, contextualizan un espacio que sumado a las vistas panorámicas de la zona de relajación da una calor y gusto estético inolvidable.

Un proyecto que recoge la esencia de la innovación característica de la historia de Akelarre contextualizada conceptualmente con la dedicación material que define mecanismo.

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