La arquitectura no solo moldea paredes, sino que despierta sensaciones. En este proyecto, cada rincón ha sido diseñado para crear un hogar que respire serenidad, elegancia y funcionalidad. Esta cocina ha sido integrada gradualmente al salón, convirtiéndose así en el corazón del espacio: un lugar luminoso, fluido y acogedor, donde cada momento se convierte en un acto de calma y armonía.
Para su arquitecta, Dikla Omazgin, su objetivo era claro: un refugio que no solo invitara al descanso, sino que también fuera ideal para recibir a otros, sin perder la esencia de orden y simplicidad. La paleta de colores, inspirada en las dunas del desierto, evoca la serenidad de los tonos beige, creando una atmósfera cálida y envolvente que invita a la paz interior.
Esta cocina, lejos de ser un espacio aislado, fluye con el salón formando un conjunto que invita a la interacción y a la convivencia. Entre los materiales elegidos por su arquitecta, está la piedra Vagli Gold de Ascale que luce con total protagonismo en la isla central. Un diseño que aporta una luminosidad suave, reflejando la luz natural y creando un ambiente acogedor. Este modelo de Ascale, con sus delicades detalles dorados, no sólo embellece, sino que también ofrece resistencia y fácil mantenimiento.
Vagli Gold se convierte en el verdadero protagonista de este espacio, destinado a ser el escenario de momentos inolvidables. En familia y con amigos este hogar es un ejemplo de cómo el diseño puede ser mucho más que funcionalidad: puede ser una experiencia sensorial, un refugio que abraza y transforma el espacio en un lugar de paz, donde el orden y la belleza coexisten en perfecta armonía.