Ya se ha mencionado en la introducción que en el mercado de los adhesivos cementosos conviven, como en muchos otros mercados, dos mundos completamente distintos pero indisolublemente unidos.
Por una parte, el ámbito de los datos objetivos: tiempo abierto, vida útil, resistencia a la tracción, a la compresión… todo ello medible con magnitudes y procedimientos muy concretos y determinados.
Por otra, el ámbito de las sensaciones subjetivas que, a veces, se menosprecian, ningunean o incluso desconocen, creo que de manera muy equivocada, pues tienen su importancia. Frecuentemente, los técnicos no estamos sensibilizados hacia esta segunda parte. Sin embargo, cualquiera con un mínimo de conocimientos sobre mercado, diseño industrial… sabe que es imprescindible, al plantearse un producto, pensar en el usuario final y procurar ponerse en su piel.
Ante esto, cabe preguntarse cómo puede diseñarse y fabricarse un producto que muchas personas tendrán entre las manos durante 8 horas al día o más, muchos días y meses de su vida y no preocuparse por saber si le gusta cómo se extiende, cómo huele, cómo fluye o deja de fluir, si le parece áspero, si le molesta el sonido que hace al peinarlo o la granulometría que tiene. Seguro que hay unas cosas más importantes que otras, lo extraño no es que alguien haya valorado todos estos aspectos subjetivos (y otros muchos que existen) y los haya descartado por ser poco significativos. No.
Lo preocupante es que, en muchas ocasiones, no hay un interés real por estos aspectos y ni siquiera se piensa que pueda existir toda esta parte subjetiva tan esencial.
En pocas palabras, se ha pensado en las normas, en los técnicos y prescriptores, en el usuario final, en las prestaciones… y se ha olvidado, a menudo, a la persona que tiene en la mano hacer que todo eso dé un resultado óptimo o fracase: el alicatador-solador.
EL ALICATADOR SOLADOR
También con el deseo de generalizar esta sensibilidad en el mercado, sobre todo en el sector de los fabricantes, hemos emprendido el camino que este estudio inaugura. Si cualquiera de las partes implicadas descubre nuevos campos de trabajo y mejora y, sobre todo, si logramos que aumente el número de agentes implicados que ponen en un punto central de sus pensamientos a los alicatadores-soladores, creo que será algo positivo para todos.
No se puede, pues, entender este estudio como una ‘comparativa’ entre productos o fabricantes. Claro que en algunos aspectos podría serlo, por ejemplo en el tipo de envase y en la información que se refleja en él, o en el mismo peso del saco. Pero otros muchos datos y estimaciones no deberían de usarse para comparar, debido a la gran variabilidad de condiciones. Por el contrario sirven perfectamente para reflejar aquello que un profesional puede esperarse de cada producto en la situación concreta en la que se probó cada uno.
Así pues pasamos a exponer la principales conclusiones.
En primer lugar, se han podido apreciar grandes diferencias en la información proporcionada por los fabricantes en los envases. Mucho podrían aprender unos de otros, y desde luego que no hemos encontrado la información perfecta y tendríamos serias dificultades en decidir cuál nos gusta más. En la mayoría destaca algún aspecto solucionado de forma encomiable y, sin embargo, todos los envases muestran otros elementos muy mejorables. Sería realmente interesante hacer un refundido de todo ello para “destilar” la mejor información de pie de obra. Grandes diferencias también en la morfología de los diferentes envases, en donde algunas son claramente preferidas por los colocadores, aunque la manipulación de las restantes no provoque grandes dificultades.
En este sentido, hay que resaltar que nos parecieron aceptables los valores obtenidos tras pesar todos los sacos utilizados, puesto que la media resultó ser de 24,89 kilogramos/saco incluyendo el envase (de 24,83 kilogramos/saco, con desviaciones que sólo una vez superaron el 3%, si no tenemos en cuenta ni el saco más pesado ni el más ligero
Las diferencias en la resistencia y nivel de protección proporcionado por cada saco llegan a apreciarse, pero son de difícil valoración a pie de obra con sacos nuevos y en buen estado como los empleados. Todos los fabricantes han optado por envasar estos productos en sacos tricapa (papel-PE-papel), por lo que se garantiza siempre un cierto nivel de protección, al mismo tiempo que una razonable facilidad de reciclaje y de apertura y cierre provisional. De hecho, salvo en un caso, la conservación indicada es de un año. En cambio, son mínimas las diferencias en el desprendimiento de polvo, molestias al usuario o presencia de terrones o cuerpos extraños. Quizás haya que esperar a probar algún adhesivo de ultimísima generación para percibir mayor diversidad. O esto o bien recurrir a pruebas de laboratorio, algo que, en principio, queríamos evitar.
Alguna diferencia más se aprecia a la hora de amasar los adhesivos y de lograr una mezcla homogénea, aunque esto último siempre acaba lográndose en todos los productos.
Los fabricantes no pueden indicar valores exactos del agua de amasado porque los adhesivos no son, ni se fabrican, como relojes suizos. Pero, puesto que son conscientes de estas variaciones, consideramos que deberían dar, por lo menos, valores y rangos que permitan usar adecuadamente el producto en obra al colocador, sea cual sea el lote y/o planta de producción de origen.
El nivel tecnológico y de calidad de este segmento de colas hace que el peinado tampoco presente muchas diferencias, salvo en alguno de los casos en los cuales no estaba del todo clara la cantidad de agua de amasado correcta. Sí se aprecian diferencias significativas en el grado de humectación alcanzado con cada producto y en la facilidad con que este se consigue, es decir la mayor o menor facilidad que se percibe a la hora de asentar la baldosa en su posición definitiva. No obstante las condiciones de prueba, voluntariamente más parecidas a las de una obra real que no a las de un laboratorio, no permiten concluir la mayor o menor bondad de un adhesivo a este respecto.
CONDICIONES DE OBRA
Por el contrario, estas diferencias nos permiten verificar una vez más la elevada influencia de las condiciones de obra, en este caso sobre algo tan importante como es el grado de impregnación del dorso de la baldosas, así como la importancia que tiene el alicatador-solador a la hora de interpretar estas condiciones y actuar en consecuencia con objeto de obtener el máximo de cada adhesivo cementosos.
Cabe resaltar que han sido muy escasos algunos de los valores obtenidos, pero sólo porque, en este único aspecto, no permitimos a nuestros colocadores cambiar de llana o de técnica según sus preferencias y observaciones. La elevada influencia de las condiciones ambientales y particularidades de cada obra se han reflejado también en el tiempo abierto estimado para cada adhesivo en las distintas condiciones en que se probaron. Ninguno tiende a ser muy elevado y en absoluto llegan siquiera a acercarse a los valores de laboratorio que proporciona un adhesivo clasificado como E (y nos hubiésemos quedado completamente atónitos si hubiera sido de otra manera).
Las diferencias han sido bastante mayores en los tiempos de ajuste estimados, y podemos afirmar que, aunque también aquí las condiciones de obra han jugado un importante papel, sin embargo, no han sido tan determinantes, pudiendo atribuir una parte significativa de dichas desigualdades a diferencias reales de los productos estudiados.
De hecho, el tiempo de ajuste puede proporcionar interesantes indicaciones sobre diferencias de composición y comportamiento previsible de los adhesivos en distintas situaciones pero, sin duda, excede el ámbito de este estudio el entrar en ellas. En lo que respecta al trabajo en obra, casi todos los tiempos han sido más que aceptables y permiten trabajar cómodamente en los casos habituales que requieren el ajuste de la posición de las baldosas.
También han sido muy apreciables las diferencias en la vida útil o duración de las distintas mezclas. Sin embargo, todas ellas permiten trabajar holgadamente en condiciones tan extremas como las que se dieron en ocasiones durante nuestras pruebas.
Por último, queremos hacer una referencia especial a la cuestión del deslizamiento y la mayor o menor capacidad de cada adhesivo para evitarlo. Lo hemos dejado voluntariamente para el final precisamente porque, contrariamente a la percepción de partes significativas del mercado, es uno de los parámetros de menor importancia que otros muchos de los aquí analizados.
Ciertamente, hay situaciones en las que disponer de un adhesivo sin deslizamiento es importante, útil, cómodo y rentable. No obstante estas situaciones no son, ni mucho menos, las más habituales en las colocaciones. Pensemos, por ejemplo, en las colocaciones de pavimentos. Fácilmente suponen un 50% del total y… ¿de qué nos sirve en estos casos un adhesivo sin deslizamiento? En la mayoría de colocaciones en pared partimos desde abajo hacia arriba, y lo hacemos colocando un regle al nivel adecuado, que nos da seguridad, de forma que la primera fila de baldosas apoya sobre él. Las siguientes apoyan sobre las anteriores. Salvo pasos sobre huecos, o alguna colocación a 45° o cartabón, sobre todo en esquinas exteriores, no solemos percibir ninguna diferencia entre usar un adhesivo con o sin deslizamiento.
Otra cuestión sería el trabajo en piscinas o alguna otra situación en las que la colocación desde arriba hacia abajo presente claras ventajas sobre la habitual forma de proceder. Pero, como ya hemos dicho, son situaciones normalmente minoritarias. Este punto de vista no es una percepción generalizada en todo el mercado, pero el motivo cabe buscarlo en la actuación de los fabricantes de adhesivos, más que en necesidades reales. Éstos, persiguiendo la diferenciación en un sector cada vez más competitivo, han insistido y explotado tanto esta característica que buena parte del mercado ha terminado por sobrevalorarla claramente y de una forma desproporcionada.
En cualquier caso, la amplia panorámica de fabricantes estudiados en el presente trabajo nos ha permitido comprobar que en el mercado existen diferentes sensibilidades y enfoques. Resulta claro que algunos priman más la trabajabilidad, otros el deslizamiento, otros un tiempo abierto elevado… al final el adhesivo es una cuestión de equilibrio, en la cual se traslucen los estándares que cada fabricante adopta como propios o preferidos.
Por lo que respecta concretamente al deslizamiento, en nuestras pruebas los resultados han sido muy dispares, teniendo tanto adhesivos con los que las baldosas deslizan claramente, incluso cuando las restantes condiciones de obra tienden a evitar o reducir dicho deslizamiento, como adhesivos que fijan perfectamente la baldosa en su posición vertical mientras no queramos moverla voluntariamente.
Por diversos motivos, se han querido probar muchos productos a la vez, cubriendo una amplísima panorámica de la oferta del mercado en el segmento de los adhesivos C2 TE. Precisamente, gracias a esta amplitud de la muestra analizada queda muy claro que no existe un producto ganador sobre los demás. La oferta es amplia y las diferencias existen, aunque en condiciones extremas hay ocasiones en que parecen desvanecerse, sobre todo para quien no sea un verdadero experto o disponga de resultados de laboratorio.
Creemos que las pruebas y simulaciones realizadas ponen una vez más en evidencia que, frente a las condiciones ambientales, el único que puede resultar ganador es precisamente el colocador. Es el alicatador-solador profesional, con su conocimiento de técnicas, materiales y herramientas, así como de los límites y posibilidades que todo ello le ofrece, el único que puede vencer a las condiciones de obra desfavorables y lograr un buen resultado, o por el contrario fracasar incluso en condiciones favorables.
Una gran responsabilidad, ciertamente. Y un gran privilegio.
Como casi todo lo que nos sucede podemos vivirlo como ventaja o desventaja, también esto queda en las mismas manos que, día tras día y en las más diversas condiciones, manejan llanas, adhesivos y baldosas. Esperamos haberles sido de utilidad y que nos hagan saber sus inquietudes para futuras ocasiones.