El parquet se distingue por su superficie de madera natural —ya sea maciza o multicapa— y por su capacidad para transformar un espacio. Ofrece aislamiento térmico, confort al pisar y un acabado visual elegante que encaja tanto en interiores modernos como clásicos. Frente a suelos laminados o vinílicos, el parquet destaca por su autenticidad: cada tabla tiene un dibujo único, y con el mantenimiento adecuado puede durar décadas. Sin embargo, esa calidad solo se conserva si se instala correctamente.
Contar con un instalador de parquet en Madrid con experiencia puede marcar la diferencia entre un suelo espectacular y uno lleno de problemas. El parquet no solo aporta calidez y elegancia; también mejora el confort y el valor del hogar. Pero su instalación exige técnica, precisión y conocimiento del material. Un error en el proceso puede afectar tanto al aspecto como a la durabilidad del suelo. Antes de lanzarte a la reforma, conviene entender qué caracteriza al parquet y cuáles son los fallos más comunes que conviene evitar.
Uno de los errores más habituales es colocar el parquet recién salido del embalaje. La madera es un material vivo: se dilata o contrae según la temperatura y la humedad ambiental. Si no se deja reposar al menos 48 horas en la habitación donde se va a instalar, es probable que después aparezcan juntas abiertas o levantamientos.
Un buen profesional siempre aclimata las lamas para que se adapten al entorno antes de fijarlas.
El soporte sobre el que se coloca el parquet debe estar completamente plano, limpio y seco. Cualquier desnivel, polvo o resto de adhesivo antiguo puede provocar ruidos, crujidos o irregularidades visibles. Los instaladores de parquet emplean herramientas específicas para nivelar y revisar la humedad del suelo base antes de comenzar. Saltarse este paso puede arruinar un trabajo que, a simple vista, parecía bien hecho.
La madera necesita espacio para moverse. Un error frecuente es colocar las tablas demasiado ajustadas a las paredes o marcos de puertas. Sin un margen de dilatación (normalmente unos 10 milímetros), el parquet puede expandirse y levantar partes del suelo. Los profesionales prevén estas juntas y las cubren con rodapiés o perfiles, garantizando que el resultado sea limpio y duradero.
No todos los parquets son iguales ni sirven para cualquier espacio.
Contar con un instalador de parquet profesional será fundamental para contar con un buen asesoramiento sobre cuál se adapta mejor según el tipo de vivienda, orientación o uso del espacio.
El parquet no es un suelo que se deja y se olvida. Requiere cuidados básicos: limpieza con productos neutros, evitar el exceso de agua, proteger con fieltros las patas de muebles y aplicar aceites o barnices de forma periódica. Un buen mantenimiento no solo conserva su aspecto, sino también su resistencia y valor.
El parquet es una inversión en estética y confort. Bien instalado, ofrece una superficie cálida, silenciosa y elegante que envejece con personalidad. Pero si se descuidan detalles como la aclimatación, la nivelación o las juntas, incluso el mejor material puede perder su encanto