En este número nos adentramos en la interesante rehabilitación llevada a cabo en ‘Mas de la Serra’, un edificio situado en un bello paraje de Teruel que el estudio de arquitectura de Nuria Ibáñez Palomar y Antonio Viedma Guillamón han puesto en valor a través de una completa intervención que lo ha transformado de masía a hotel rural con encanto.
Y como siempre hacemos, para saber más acerca del proyecto, nos ponemos en contacto con Nuria Ibáñez, quien se encarga de contarnos de manera pormenorizada todos los detalles de este gran trabajo.
Así, antes que nada os contamos que el edificio se ubica en lo alto de una formación rocosa, en una de las laderas de la Sierra de Fuentespalda, orientado hacia el extenso valle que precede a los puertos de Beceite.
LOS ORÍGENES
La edificación preexistente la configuraban dos masías adosadas destinadas a explotaciones agropecuarias que se han ido transformando y ampliando a lo largo del tiempo, disponiéndose los distintos cuerpos de forma orgánica en torno al corazón de las viviendas y adaptándose a la orografía del lugar. A pesar del aparente desorden, cada volumen toma como referencia las trazas del anterior, consiguiendo que el conjunto tenga sentido.
Los dos cuerpos centrales son dos prismas de iguales dimensiones, siendo uno de ellos el primero en construirse y teniendo como origen, una torre vigía medieval.
La construcción se dispone en forma triangular, tanto en planta como en alzado, adoptando una configuración piramidal.
EL OBJETIVO
En este sentido, Nuria Ibáñez nos indica que el objeto de la reforma era “transformar la masía para convertirla en un Hotel Rural”. Así, la intervención consistió en “recuperar los elementos que se encontraban en buen estado y reconstruir aquellos que no podían mantenerse, respetando al máximo el carácter propio de la masía original, aunque diferenciándose de la construcción existente mediante el empleo de materiales como la madera, el vidrio y el acero”, detalla. A partir de aquí iremos viendo distintas imágenes de cada intervención para comprender mejor los entresijos de este excelente trabajo.
Un aspecto fundamental a tener en cuenta en el proyecto fue el enclave privilegiado y las espectaculares vistas hacia las montañas, así como la integración del hotel en el paisaje, creando con la intervención nuevas visuales hacia el exterior.
ACCESO Y COMUNICACIÓN
El hotel se desarrolla en torno a las torres centrales, en las que se sitúan los elementos de acceso y comunicación. La escalera principal, que constituye el corazón del edificio, es una pieza liviana de acero y madera, que se contrapone al carácter másico de la construcción original. El resto de las dependencias se disponen en torno a ésta, respetando
la estructura original de la masía. El hotel dispone de nueve habitaciones, algunas de ellas ‘suite’, contando cada una de ellas de baño individual.
Estos, al igual que el espacio de spa, se revisten de un estucado de cal llamado ‘tadelakt’, que tiene su origen en una técnica árabe tradicional.
Nuria Ibáñez nos explica también que la zona exterior, previa al acceso, presenta dos tipos de pavimento que “actúan como transición entre el terreno natural y el interior del edificio: la primera está formada por un adoquinado abierto que permite el crecimiento del césped en los intersticios y la más próxima a la edificación es
un enmorrillado de canto rodado, pavimento tradicional del lugar”.
Por otra parte, nos cuenta que la edificación va reduciendo su superficie conforme se asciende nivel, configurando su forma piramidal, hasta llegar al punto más alto, en el que se sitúa una salamirador con una terraza cubierta, desde la que se divisan, a modo de atalaya, los puertos de Beceite.
Este trabajo ha contado con Aladair David Grant como promotor; Nuria Ibáñez Palomar y Antonio Viedma Guillamón como arquitectos; Marta Piquer Martí como arquitecta técnica; y, finalmente, con Construcciones Reconsar 2004, SL como constructor del proyecto.
Más información sobre el proyecto, pinchar aquí.