¿TE EMOCIONA TU CASA?

El neurodiseño y la neuroarquitectura son conceptos que van ganando cada vez más adeptos, tanto por parte de los profesionales que realizan proyectos de construcción e interiorismo, como de aquellas personas concienciadas sobre la importancia de interiorizar lo que les rodea, mejorando así su bienestar tanto físico como mental.
De esta forma, siguiendo una lógica perceptiva visual, toda aquella imagen que presenta puntas o aristas es asimilado automáticamente por el cerebro como algo punzante y, por tanto, dañino.
En este sentido, los ámbitos de la decoración y la edificación no escapan a esta apreciación. Ya sean muebles, paredes o columnas, su angulosidad puede derivar en una percepción agresiva y alterar nuestro estado de ánimo aún sin ser conscientes de ello mientras que, por el contrario, las formas curvas y redondeadas calman nuestras ondas cerebrales. De hecho, dentro del campo de la neuroarquitectura, se han llegado a realizar tomografías del encéfalo que muestran la alerta de peligro que se activa en el área de la amígdala, el principal núcleo de nuestro sistema límbico, cuando un individuo se halla frente a cantos agudos o puntiagudos.

 

INVESTIGACIÓN
Fue en 2009 cuando la doctora de Diseño y Entorno Humano de la Universidad de Oregón (EE.UU), Sibel Seda Dazkir, hizo un experimento científico con varios estudiantes ante quienes mostró seis ambientes diferentes creados por ordenador. En el primero de ellos, todos los elementos eran estríctamente rectilíneos, tanto por lo que a mobiliario y decoración se trataba, como por la estructura en sí de paredes y esquinas. Por contra, en el último ambiente todo presentaba características curvas y, entre medias, en otras cuatro versiones de la misma habitación se mezclaba ambas características.

El objetivo del estudio era comprobar cómo afectaban a su estado de ánimo tanto las líneas curvas como las rectas y el resultado no dejó lugar a dudas: los participantes coincidieron en que los ambientes que exhibían más líneas sinuosas les transmitían tranquilidad, felicidad, relajación y armonía e incluso seguridad, mientras que los que mostraban más líneas rectangulares eran calificados de hostiles y fríos, lo que hacía a su vez que no se sintiesen atraídos por la idea de quedarse a pasar mucho tiempo en ellos.
No en vano, las líneas y elementos curvos están cada vez más presentes en los proyectos de construcción y también en los de interiorismo, dos mundos en los que además, este tipo de espacios o elementos se convierten en sinónimo de vanguardia. Ejemplo de ello son construcciones tan impactantes como los museos Guggenheim (Bilbao, Nueva York…), la capilla enroscada de Hiroshima (Japón), la Casa Danzante de Praga (República Checa), o el museo Biosfera de Montreal (Canadá), entre muchos otros.

TAMBIÉN EN EL JARDÍN
De forma generalizada, las líneas curvas en el diseño de jardines se asocia con la informalidad de los mismos y son perfectas para adaptarse a los desniveles del terreno. Asimismo, evocan más si cabe a la naturaleza puesto que en ella apenas encontramos líneas rectas.
Aparte, podemos aprovecharnos de ellas para lograr efectos ópticos y crear sensación de espacio (senderos en forma de S, círculos creados dando forma a la misma vegetación, etc.) A estos podemos añadir otros elementos como glorietas o pérgolas, arcos, estanques circulares, o fuentes de formas redondeadas, todo dependerá de lo que dé de sí el tamaño de cada jardín.

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