Una de las principales causas de la aparición de fisuras en las fachadas son las oscilaciones térmicas a las que se ven sometidas debido a los continuos cambios climáticos, que provocan contracciones y dilataciones en los componentes del cerramiento, incluido el revestimiento, y frecuentemente acaban por producir fisuras en él por incompatibilidad de deformaciones.
Entre las diferentes funciones del cerramiento de un edificio tenemos dos relacionadas con el balance higrométrico: la de protección contra la entrada de agua de la intemperie y la de permitir la difusión del agua de condensación que se produce en el interior de las hojas que componen el cerramiento de la fachada. La protección térmica exterior reduce el peligro de que el agua de condensación se deposite en el interior de sus componentes. Así el aislamiento es la mejor garantía contra daños derivados de la condensación, como moho y corrosión en el edificio.
Las condensaciones pueden ser de dos tipos:
En conclusión, el SATE contribuye al mantenimiento de los materiales de construcción e impide la degradación causada por las infiltraciones de agua, fenómenos de disgregación, manchas, mohos, etc. debidas a la aparición de grietas y fisuras originadas por las oscilaciones de temperatura.