ENTREVISTA

Joaquín Torres es hoy uno de los arquitectos más prestigiosos y mediáticos de España. Nació en Barcelona en 1970 y vivió y se formó en La Coruña, donde en 1996 abrió su primer estudio junto a dos compañeros de carrera. Uno de ellos, Rafael Llamazares, es su socio en A-Cero, uno de los estudios de arquitectura y urbanismo más internacionales del país. El equipo de Torres, que cuenta con más de 70 arquitectos y oficinas en La Coruña, Madrid, Vietnam, Dubái, Rusia o República Dominicana, trabaja en la actualidad en más de 100 proyectos. Sus creaciones viajan en primera a través de medio mundo y entre sus clientes destacan deportistas de élite, artistas, presentadores…

Ahora acaba de terminar en Madrid la vivienda de Penélope Cruz y Javier Bardem, pero sólo ha sido un trabajo más, la maquinaria de A-Cero no descansa y su teléfono no deja de sonar. Tal vez por eso sorprende la cercanía, el trato impecable y el tiempo que dedica a esta entrevista, en la que Joaquín inicia un viaje en el tiempo y mira por el retrovisor del pasado. En realidad, no hace tanto, era sólo un niño espoleado por su imaginación que se entretenía jugando con un mecano.

Ser diferente. Esta sensación marcó desde muy pequeño la vida de Joaquín, quien fue percibiendo desde su infancia que no tenía las mismas inquietudes que sus hermanos, pues su mirada se detenía a contemplar cada plano de las escenas de la película de su entorno, una realidad que mostraba sus primeras imágenes y que a él le intrigaba saber cómo encajaba cada pieza en su lugar y qué cambios podía introducir para sentirse cómodo en su universo. Todavía desconocía lo que el destino le iba a deparar y, tal vez por ello, resulta divertido imaginarlo en su primer ‘trabajo’: decorar su habitación, un espacio único que pudiera sentir propio. “La verdad es que no hay un momento concreto en el que decido dedicarme a la arquitectura, aunque sí noto que soy muy diferente a mis hermanos. Siempre he sido muy esteta en cuanto al estilo de ropa, el aspecto, mi habitación, me ha gustado ir probando… hasta que a los 14 años le dije a mis padres que quería entrar en una academia de dibujo”, recuerda.

SUS PRIMEROS BOCETOS
Joaquín, quien cursa sus estudios de Bachillerato en el Liceo Francés de Madrid -donde comienza a desarrollar ese interés por el mundo del arte y la arquitectura-, mantiene una estrecha relación con su padre, lo que sitúa su figura como uno de los pilares básicos de su vida. “Mi padre era exigente con los estudios y para mí era muy importante consensuar la elección de entrar en la academia y contar con su aprobación”, comenta. Los ojos de Joaquín ya habían registrado las imágenes de la obra de grandes arquitectos en las visitas a las que le llevaba su padre, en los viajes a EE.UU… y cuando entra en la escuela cuenta ya con un importante bagaje. El salto del colegio a la universidad tendrá connotaciones negativas para él, pues recuerda con cierta angustia su paso por la escuela de arquitectura de la Universidad de Navarra. “Mi padre me explicó que era una de las mejores escuelas de arquitectura y, aunque yo no tenía ningunas ganas de salir de Madrid, donde estaban mis amigos, consideraba un capricho dejar escapar esa oportunidad. Esta universidad privada pertenece al Opus Dei y no sabía nada del radicalismo ni la disciplina que iba a encontrarme. Quizá la culpa fue mía por no conocer más, pero no podía aceptar sus normas y eso, con 16 años y la fragilidad que esa edad comporta, me supuso un trauma. Uno espera que la universidad sea una liberación, pero lo cierto es que fue todo lo contrario”, explica.

El cambio de escuela le lleva a La Coruña, donde sí se siente liberado y puede desarrollar su pasión por la arquitectura. “Cuando salgo de la universidad ya cuento con lo necesario para afrontar un proyecto de arquitectura. Y eso es lo que debe pedírsele a una escuela”, asegura.

PROCESO CREATIVO
Una vez preparadas las maletas del conocimiento, el arquitecto inicia el viaje hacia el corazón de la arquitectura y funda el estudio A-Cero. Joaquín explica que un buen arquitecto debe, sobre todo, “tener seguridad, saber transmitir y convencer al otro con su obra”. Para ello, el proceso de creación de Joaquín es tradicional, tratando de evitar las técnicas digitales en la primera fase. “No utilizo el ordenador porque te marca una rigidez que no es buena. Empleo fundamentalmente pilot y dibujo a lápiz conté o carboncillo. Es fundamental dibujar a mano los croquis y los bocetos iniciales. Luego, todo hay que pasarlo a un proceso digital, claro”. La arquitectura del creador catalán es moderna, innovadora, escultórica, limpia y funcional, aunque él prefiere no hablar de un estilo concreto. “No considero que tenga un único estilo. Intento que mis trabajos sean formalmente atractivos. Suelen ser obras escultóricas, pero lo fundamental es que su funcionalidad sea óptima”, argumenta.

La obra de Joaquín evoluciona según va madurando como arquitecto y bebe de numerosas fuentes de inspiración. “He pasado por varias fases. Al principio conoces a los grandes maestros como Ludwig Mies van der Rohe o Le Corbusier. Luego te crees más listo que nadie descubriendo nuevos valores y, por ejemplo, a mí me impactó hace muchos años, cuando era menos conocido, Pawson… pero luego siempre vuelves a la esencia, ya que casi todo parte de la obra de Mies, Le Corbusier, Niemeyer o Frank Lloyd Wright”, explica. El arquitecto destaca la obra de los españoles Carlos Ferrater, Ignacio Vivens y José Antonio Ramos, por citar algunos casos, aunque lamenta que los extranjeros tengan más capacidad para vender su trabajo. “El fomento de la arquitectura es una gran carencia que existe en España . Y eso que el nivel de formación que tenemos es altísimo y contamos con arquitectos que construyen en todo el mundo”. El creador catalán destaca que en España siempre suenan los mismos nombres y no duda en denunciar que “la arquitectura española es una especie de mafia en la que unos pocos han sabido llegar”. Por ello, según concreta, “los diferentes concursos de obra pública no sirven para nada. El político no arriesga, siempre escoge a figuras consagradas”, asevera.
Joaquín tiene buen sabor de boca de muchos de sus trabajos, pero destaca “aquellos en los que he tenido más libertad”. En este sentido, recuerda un panteón que construyó en memoria de su hermano, quien falleció a los 28 años. Asimismo, confía en seguir adelante con el proyecto de la ‘Wave Tower’, en Dubái, “que ahora mismo está parado, pero sé que quedará muy bien”, dice.
La ‘leyenda’ de Joaquín Torres registra varios momentos que han marcado su vida personal y profesional. Al acabar la carrera en La Coruña -y antes de fundar el estudio-, montó un bar cuya imagen atrajo la atención de Amancio Ortega (presidente de Inditex, multinacional poseedora de, entre otras, la cadena de ropa de Zara), quien propuso a Torres el diseño de sus tiendas y, posteriormente, de su residencia El Parrote. Otro de sus hitos fue diseñar la casa de sus padres en La Escorzonera, lo que le supuso un gran escaparate. A partir de ahí le llamó un promotor inmobiliario y le pidió que fuera el nuevo arquitecto de la madrileña urbanización de lujo La Finca, en Pozuelo de Alarcón, comunidad en la que los vecinos pagan más de 1.000 euros mensuales de mantenimiento. Tras su paso por programas de televisión como ‘El Secreto’, en Antena 3 y, sobre todo, ‘Supercasas’, en La Sexta, su éxito se dispara y diseña las casas de numerosos rostros conocidos.

TRABAJAR PARA FAMOSOS
Alejandro Sanz, Fonsi Nieto, Zidane, Cristiano Ronaldo, Raúl, Fernando Hierro, Fernando Torres, Víctor Valdés, Cristina Tárrega, Amancio Ortega…la lista de figuras de primera fila del mundo del deporte, la música, la televisión o la moda, entre otros campos, es interminable. El arquitecto lo afronta con la sabiduría de quien ha llegado a la conclusión de que ser más o menos conocido no te convierte directamente en una persona insoportable. “Cada caso es un mundo. Diseñar la casa a cualquiera es, por lo general, muy complicado. Si te contratan sin conocer tu obra, pues todavía lo es más”. Es lo que le sucedió, por ejemplo con el ex jugador de fútbol Zinedine Zidane. Seguramente, le dirían que yo estaba de moda y le había hecho la casa a Raúl, entre otros, no se planteó más allá y realmente no le gustaba lo que yo hacía. Entonces fue muy farragoso, aunque su trato es exquisito”. Otro caso es el del portero del Barcelona, Víctor Valdés, pues “conocía perfectamente los trabajos del estudio A-Cero y nos dejó trabajar con libertad”. Algo similar le sucedió con Fernando Torres, para quien diseñó sin problemas su casa en La Finca. Tampoco los tuvo con Alejandro Sanz, Cristiano Ronaldo, Carlos Sainz o Fernando Hierro, quien “me ganó por su nobleza y hasta ha sido testigo en mi boda. Los arquitectos debemos aprender a buscar soluciones formales a lo que nos pidan. Yo no voy a poder discutirle a alguien cómo quiere su casa”.
Una de las últimas creaciones de Joaquín Torres es la nueva vivienda de Penélope Cruz y Javier Bardem. “Está acabada, aunque tendréis que disculparme por no dar más datos, pues tengo un contrato de confidencialidad firmado. Son personas cercanas e inteligentes. Además, habían analizado la obra de numerosos arquitectos y les gustaba todo lo que yo hacía. Ha sido un auténtico placer trabajar para ellos”, concluye.

EL MUNDO DE LA REFORMA
El diseño exclusivo, la vanguardia… parece que sólo los ricos pueden permitirse tener ciertas casas, aunque Joaquín Torres aboga por la democratización. “Nosotros apostamos por la vivienda modular para llegar al gran púbico. Es para dimensiones reducidas y el precio es de 900 euros por metro cuadrado”. Este tipo de arquitectura, según explica, está basada en los principios de la construcción industrializada y las cadenas de montaje. Ésta cuenta con numerosas ventajas, ya que los tiempos serán más cortos y la mano de obra más especializada, con lo que aumentan los resultados en cuanto a calidad y precio del producto final. Existe un mayor control de las fases iniciales de diseño y no queda lugar a la improvisación, pues todo está previsto con anterioridad.

Controlar cuánto tiempo y cuánto dinero va a costar llevar a cabo un proyecto es clave tanto para el cliente como para los trabajadores. Tal y como indica el propio Joaquín Torres, dicho sistema no es exclusivo de la construcción residencial, sino que el mismo sistema podría ser aplicado posteriormente a otras tipologías edificatorias tales como colegios, oficinas y residencias de estudiantes y ancianos.

De esta manera, a través de este reto, A-cero apuesta por popularizar el diseño y la calidad constructiva en la arquitectura, en la búsqueda que la arquitectura de diseño no quede relegada a una elite cultural y económica.

Joaquín Torres alaba el lanzamiento de esta publicación y confía en que traslademos al lector que cualquiera puede abordar una reforma exclusiva. “Es lo mismo que han logrado Inditex o Ikea, popularizar un estilo de alta calidad”, asegura.

Y es que Joaquín, a pesar de crear casas para los rostros más conocidos del país, continúa siendo un niño lleno de ilusión, ese pequeño que un día abordó su primer ‘trabajo’: decorar su cuarto.

No ha cambiado tanto, lo único es que ahora ese cuarto se ha hecho un poco más grande.

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